Ahora es Toyota la que decide invertir en la idea, y lo hace con 400 millones de dólares en Joby, su último movimiento hasta la fecha después de unirse a Uber para desarrollar un ‘taxi aéreo urbano’.
Toyota ya ha comentado en varias ocasiones que quieren cambiar de ser un fabricante de automóviles a ser una empresa de movilidad. Con la inversión esperan ofrecer libertad de movimiento y disfrute a los clientes en todas partes, en tierra y ahora, en el cielo.
Joby Aviation trabaja en la comercialización de coches voladores eléctricos para servicios de transporte aéreo rápidos, silenciosos y asequibles. Fundada en 2009, Joby Aviation está desarrollando un avión eléctrico de cuatro pasajeros que despega y aterriza verticalmente, como un helicóptero, aunque tiene múltiples rotores.
La firma visualiza la aeronave como un modo de transporte comercial, en lugar de venderla a particulares, con sus pilotos transportando a los viajeros.
Además del dinero, Toyota dijo que también ofrecería su experiencia en fabricación, controles de calidad y costos para el desarrollo y producción de los aviones de Joby. Uno de sus vicepresidentes ejecutivos, Shigeki Tomoyama, se unirá a la junta de Joby, desempeñando un papel activo en el establecimiento de una dirección estratégica.
No es la primera vez que hace algo así, Toyota ya invirtió en la empresa SkyDrive para desarrollar lo que pretende ser el automóvil volador más pequeño del mundo, por lo que parece que tiene mucha carne puesta en el asador.
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